Blog El universo de los libros

Ritmo ágil y fluido, conservando la atención del lector y logrando una lectura muy amena. Se aprecia el esfuerzo para que el lector se sienta transportado a la época. En mi caso puedo afirmar que lo ha conseguido.

Reseña de Tatty. Leer la original aquí

Los que os pasáis por aquí habitualmente ya conocéis mi gran afición por las sagas familiares por lo que cuando me presentaron La huella blanca, que encajaba en este género además de ser una novela histórica, no me pude resistir y en cuanto la tuve en mis manos comencé inmediatamente su lectura.

La huella blanca es la opera prima de Ana B. Nieto y además es la primera parte de la trilogía “El niño robado”, una saga familiar, como os comentaba anteriormente, ambientada en la Irlanda del siglo V d.C. En este punto muchos estaréis pensando que no os apetece comenzar una nueva trilogía, yo reconozco que a mí también me da pereza, pero no hay ningún problema en leer este libro de forma independiente pues el final queda bastante cerrado e imagino que el siguiente volumen se centrará en la siguiente generación, al igual que sucede por ejemplo con las novelas de Sarah Lark.

La historia de La huella blanca se sitúa en Irlanda en el siglo V d.C., un periodo en el que la isla cuenta con una población fragmentada en multitud de pequeños reinos y en la que convive la cultura celta con el cristianismo. En uno de los asaltos al pueblo vecino de los Barr, Bróenán, rey de los Necht, decide llevarse a Ciarán, el último niño perteneciente a esta tribu y cuyos padres, al igual que el resto del pueblo, han sido asesinados. Será criado por Bróenán como si fuese su hijo, con la ayuda de su hermana Derdriu, rompiendo con ello todas las normas humanas y divinas de su pueblo.

Ciarán crecerá ignorando sus orígenes y compartiendo juegos con Olwen, joven de la que siempre ha estado enamorado y con la que planea casarse. Sin embargo hay otro joven que también anhela el matrimonio con Olwen y será así como, en un disputa por el amor de la muchacha, Diarmait acabe confesando a Ciarán su verdadero pasado. Este descubrimiento será un duro golpe para él que se sentirá ofendido, engañado y humillado y no podrá perdonar a Bróenán, por lo que acabará dejando el pueblo, aunque con la promesa de regresar a buscar a Olwen para casarse. Será así como inicie una aventura en la que tendrá que superar múltiples obstáculos que les alejarán, aunque nunca olvidará el amor que les une y luchará por formar la familia con la que siempre han soñado, desafiando para ello a sus tribus, sus dioses y sus destinos.

Uno de los aspectos que más me ha gustado en La huella blanca es el periodo en el que está ambientada pues hasta ahora no había leído ningún otro libro que transcurriese en Irlanda en esa época. Es por eso que además de disfrutar de la historia que la autora desarrolla me ha resultado muy interesante descubrir la forma de vida y costumbres de las gentes que habitaban estas tierras. Al principio me costó un poco introducirme en la historia debido principalmente a que no conseguía relacionar los nombres de los personajes con su posición en la trama, pero una vez superado este pequeño obstáculo me he metido de lleno en la novela disfrutando de su lectura.

En un primer vistazo a la edición de La huella blanca vemos que contiene una serie de elementos que nos servirán de ayuda durante la lectura. Comienza recogiendo dos mapas que nos darán una idea de la situación tanto de Irlanda como de Gran Bretaña en el siglo V y al final del libro se incluye un árbol genealógico de la dinastía Eóganacht junto a un dramatis personae en el que se enumeran los distintos personajes que aparecen a lo largo de las páginas diferenciando los históricos de los ficticios, además de un glosario con la explicación de algunos términos fundamentales para la comprensión del texto y la representación del calendario celta. A mí ha sido un material de consulta que me ha resultado muy útil, especialmente el de los personajes al que he tenido que recurrir en más de una ocasión.

Dejando a un lado estos anexos, la novela se encuentra dividida en tres grandes partes compuestas por diversos capítulos en los que siguiendo un curso lineal se va desarrollando la historia a través de un narrador en tercera persona que va alternando entre los diferentes escenarios y personajes, aunque la mayor parte está enfocada para contar lo que sucede con Ciarán y con Olwen. La obra está escrita de una forma sencilla y clara, empleando un estilo cuidado que incluye el uso de términos propios del periodo cuando así es necesario, quedando algunos traducidos en notas a pie de página. Si bien la autora no entra en excesivos detalles en sus descripciones, sí consigue dar los toques necesarios para que tengamos una idea clara de la atmosfera en la que se va desarrollando la acción, manteniendo por otra parte una acertada combinación entre narrativa y diálogos que hacen que el ritmo sea ágil y fluido, conservando la atención del lector y logrando que sea una lectura muy amena.

Aunque en un primer momento puede parecer que La huella blanca se centrará en desarrollar una trama romántica en torno a la pareja formada por Ciarán y Olwen, una vez nos adentramos en sus páginas descubrimos que, aunque ambos conforman el eje central en torno al que se va desgranando el argumento, la historia de amor ocupa una especie de segundo plano y lo más relevante es descubrir las aventuras y obstáculos a los que tienen que hacer frente. Por otra parte y aunque ambos son los personajes principales, Ciarán ocupa una posición mucho más relevante y buena parte del libro se centra en narrar lo que sucede con él, mientras que Olwen no adquiere mayor protagonismo hasta pasada la mitad de la obra.

Ciarán es un personaje cuya construcción me ha gustado y ha hecho que haya seguido su evolución con interés. Tiene una personalidad marcada por un carácter impetuoso, orgulloso, temperamental, resistente, un tanto dominante y lleno de energía y vitalidad. Uno de los aspectos que más destaca en él es la conexión que tiene con los caballos pues todos afirman que es hijo de la diosa Macha, logrando así una conjunción que le permite superar difíciles pruebas y obstáculos.
Por el contrario Olwen es una joven con un carácter dulce, sereno y afectuoso aunque también se muestra independiente, firme en sus convicciones y no duda en rebelarse y defender lo que quiere, aunque en muchas ocasiones se sienta superada por la tragedia y las consecuencias de sus actos.

Si bien La huella blanca está centrada en una única línea argumental en torno a esta pareja, son muchos los personajes secundarios que vamos conociendo a lo largo de las páginas en función del contacto y el papel que juegan en la vida y destino de ellos. Las figuras de su círculo familiar, amigos que defenderán la lealtad y amistad a pesar de las circunstancias, personas que se cruzarán en sus caminos ofreciéndoles su ayuda y despertando nuevos sentimientos o los enemigos a los que tendrán que hacer frente conforman un amplio mosaico de personalidades con marcados rasgos que los individualizan y definen, dando lugar a los diferentes episodios que marcan el curso de la narración.

Os comentaba anteriormente que uno de los aspectos que más me había llamado la atención en La huella blanca era el contexto histórico en el que se desarrollaba y en este sentido pienso que la autora ha realizado un gran trabajo para acercar el mismo al lector con todo lujo de detalles. Este contexto queda integrado en la narración con naturalidad de tal modo que no nos encontramos con explicaciones o excesivos datos que aburran al lector si no que a través de las vivencias de los personajes vamos conociendo su forma de vida, costumbres, creencias, organización social, dioses, magia o religión, es decir, todos aquellos aspectos fundamentales para comprender el periodo en el que se desarrolla la historia.
Como ya señalé la novela está ambientada en el siglo V, periodo en el que Irlanda  se encuentra dividida en pequeños reinos o pueblos independientes denominados Túath y Ana B. Nieto nos acerca a aspectos como su modo de vida, las costumbres de sus gentes, matrimonios, cuestiones políticas, comercio o relaciones que mantienen entre los diferentes pueblos. La religión también está presente en la obra y así queda reflejada la convivencia entre las creencias y cultos celtas con el cristianismo, encontrándonos en un momento en el que llegan a la isla los primeros misioneros encargados de convertir a sus habitantes a la fe cristiana. Y en este punto juega un importante papel San Patricio, conteniendo la obra una aproximación a su llegada a la isla y lo que fueron sus primeros años e imagino que será una figura que seguirá desarrollando en los otros dos volúmenes.

Llegados a este punto creo que es evidente que La huella blanca ha sido una novela que me ha gustado mucho. Creo que Ana B. Nieto ha construido una obra en la que se aprecia su cariño por las tierras irlandesas y el esfuerzo que ha realizado para que el lector se sienta transportado a través de la lectura a esta etapa de su pasado. En mi caso puedo afirmar que lo ha conseguido y he disfrutado mucho con la  historia de Ciarán y Olwen y con el contexto y ambientación en los que la misma se desarrolla, por lo que ya estoy deseando que se publique la segunda parte de esta trilogía para volver a sumergirme en este fascinante periodo.